Como ya comenté, una de las cosas que más trabajo en las sesiones de Coaching con mis clientes es aprender a decir “no” a sus familiares, amigos, compañeros, jefes, etc. Por esa razón he decidido hacer una pequeña “saga” de Ejercicios para aprender a decir “no”.

Vimos en el anterior post la importancia de saber, en función del “triángulo dramático” de Karpman, si me identifico con la figura del Salvador, del Perseguidor o de la Víctima. Este es el primer paso para empezar a cambiar este hábito adquirido que no me ayuda en mi día a día.

En este post nos centraremos en detectar cuál es la razón por la que nos cuesta decir que no, y sobre todo, por saber si se trata de una necesidad (encubierta o no) de reconocimiento. Para ello debo preguntarme qué es lo más importante para mí cuando alguien me pide algo:

–          Que me feliciten

–          Que me valoren

–          Que me lo agradezcan

–          Sentir que he cumplido con mi deber/ que he hecho lo correcto

–          Ser la primera persona a quien se lo piden

–          Que sientan y me digan que siempre pueden contar conmigo

Otro punto a tener en cuenta es qué siento yo cuando ayudo a alguien (hago algo por él) y…:

–          No me lo agradece

–          No me lo valora

–          Se olvida rápido lo que hice por él

–          Que siempre sea yo a quien se lo pida

–          Que no me lo reconozca

–          Percibo que lo normal es que le/s ayude

En función de mis respuestas, podremos saber un poquito más sobre las razones que nos llevan a decir siempre que sí. Estas se dividen en 4:

  1. Sientes la obligación de ayudar a los demás, pero aunque te lo agradezcan, no compensan las molestias que has tenido para hacer lo que te han pedido
  2. Ayudar a los demás para ti es un deber y algo necesario, pero después te sueles sentir como una “marioneta”
  3. Te gusta que te reconozcan y aunque lo hagan, no es suficiente para el tiempo o el esfuerzo que has realizado
  4. Te gusta que te agradezcan tu amabilidad porque crees que sólo ayudas por buenas razones pero quizás deberías replantearte si sólo lo haces por esas buenas razones

Al igual que en Coaching: Ejercicios para aprender a decir “no” (1ª parte), en este post también nos hemos centrado en la toma de conciencia. Es importante, antes de actuar, saber cuál/cuáles son las razones por las que me cuesta decir “no”; y a partir de aquí, empezaremos con algunos ejercicios prácticos para utilizar en tu día a día.

¿Tienes claro ahora lo que es importante para ti a la hora de ayudar a alguien así como todo aquello que sientes una vez has ayudado? Pues en el siguiente post veremos otro ejercicio que, quién sabe! Podría incluso cambiarte la vida o al menos ayudarte a mejorarla. 😉

Share This